—“!Te ganaste una beca Otto, Te vas a Berklee Latino hermano!”, decían varios amigos cuando llegué a la U. en mi primer día de clases de este semestre.
—¿Berklee, a Boston??
—“pues… Berklee, Berklee… como tal.. No, es Berklee Latino; pero es toda una semana y…”
—Mmmm… genial

Berklee y la paz en America latina? Que explícitamente algunos no hagan pompa de que esto o aquello le va a aportar a la paz, no indica que no lo este haciendo, o que sin saberlo la esté buscando. ¡Pero carajo, estamos en un momento tan imprescindible, nuestros paises claman por el cese de actividades militaristas, paramilitaristas, corruptas… anhelan ver morir el conflicto, anhelan vivir en paz!, mientras nosotros en colombia… “En primera base”, como nos lo enseña el maestro Leo Quintero en el ensamble: Con un ojo en los demás acompañantes y con el otro en el cantante. Sólo que para nosotros los músicos colombianos, para nuestra realidad ya era así, el domingo 2 de octubre, con un ojo en los acuerdos de Paz y con el otro en Berklee Latino. Nunca se nos ocurriría el impacto que llegarían a tener las reflexiones de músicos latinoamericanos y extranjeros en nuestra presente historia como músicos colombianos y latinos, Berklee hace historia en la paz del pueblo musical colombiano.

La primera conversación de este escrito manifiesta enfáticamente como muchos de los músicos, no todos aclaro, mantenemos un prejuicio lamentable ante lo propio, sea Peruano, Colombiano, Argentino, Uruguayo, Chileno, Venezolano, etc. No consideramos la belleza de nuestras músicas, no pensamos en la importancia de nuestras tradiciones plasmadas en un porro, una cumbia, un Sanjuanero, un ballenato, un tango, una samba, un bossa-nova, una marinera etc. No tengo nada en contra de las músicas europeas, estadounidenses, asiáticas, africanas etc, me encantan; pero si desde ellas se pretenden ejercicios comparativos que buscan hacer calificativos descriminativos, no dejará de ser brusco, incoherente y absurdo, tanto para lo uno, como para lo otro, son músicas y cada una tiene su respectivo valor, en su respectivo contexto.

Sin pensarlo llegamos, o llegué creyendo que aprendería cosas sobre swing, funk, New Orleans, que se yo… Bien dijo Luis: “en este lugar harán cosas bien diferentes de las que acostumbran a hacer” Es decir que como yo no hacia nada latino, iría a hacer algo latino, bien. Y debo hacer justa mención del bello obrar de cada uno de los profesores, así no halla tenido ninguna clase con alguno de ellos. si yo hablaba con con algún co-compañero siempre había una buena referencia, los primeros días no fue positiva, nuestro desarraigo a lo propio se estaba quebrando, y como todo debía ser altamente aprovechable, cada clase era martillazo tras martillazo: como el martillar de un obrero raso: tempo constante y molto berraco. Pero en otro sentido fue un acto claro de fina seducción, ellos sabían como llegarle a nuestro oído: la irregularidad de la métrica, la explotación apropiada de una frase, el respeto de los géneros, etc En todas las ocasiones, el elemento seductor fue la sonrisa, madre de la enseñanza, muestra de la paciencia. Aunque latinos y toda la vaina nos costó el 5/4, el 7/8, inclusive el compas partido y el 6/8. Pero la sonrisa de ellos fue un impulso inmenso, un aprendizaje que hoy queda perpetuo en nuestra labor musical latinoamericana.

Por esto principalmente, y por un sin fin de cosas particulares en cada uno de nosotros los estudiantes, por la resignificación de las músicas latinas, por hacernos pensar en nuestros campesinos, en nuestros compatriotas, en nuestros hermanos extranjeros: Bolivianos, Haitianos, Panameños, Ecuatorianos, Puertoriqueños, etc. Por hacernos ver la posibilidad de mantener lo propio, ante la monstruosidad de la industria musical. Por hacernos pensar que podemos aportar a procesos de paz. Mil gracias Berklee Latino. Este no es un sueño del cual despertaremos en cuanto finalice nuestro concierto final, no, este es un aporte que Dios permite que ustedes hagan en nuestras vidas. Mil y mil gracias Berklee Latino, reconocemos la labor incluso de quienes no vimos activamente en las clases o las charlas, ustedes son Berklee Latino.

Con cariño: Otto Valero Gonzalez, estudiante Colombiano Berklee latino.